El alambrado que parte a la fauna en dos en Hualilan
- Diario Libre

- hace 7 horas
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La voz de quienes no pueden hablar está siendo silenciada tras un alambrado. Mientras la mina Hualilán, operada por Golden Mining / Challenger Gold, avanza con la implementación de cercos y obras para iniciar sus actividades, lo que para la empresa y la burocracia es “delimitación de obra” se traduce, sobre el terreno, en una herida que divide ecosistemas, interrumpe corredores de fauna y encierra paisajes que no entienden de permisos.

El proyecto Hualilán obtuvo la Declaración (Evaluación) de Impacto Ambiental que habilita su etapa de construcción y explotación, un hito que la compañía celebró como el comienzo de una nueva etapa productiva. Esa autorización incluye planes operativos, rutas y medidas mitigatorias; pero ninguna autorización convierte en inocua la cercenación física de kilómetros de paisaje. La DIA legitima una obra; no anula la realidad biológica del lugar.
¿Por qué se colocan cercos de varios kilómetros? En minería, y esto es lo que la documentación técnica y los comunicados de proyecto dejan entrever, el alambrado responde a razones operativas y de seguridad, delimitar tajos a cielo abierto, proteger instalaciones, controlar accesos, ordenar rutas de transporte y evitar siniestros o robos. En el caso de Hualilán, proyecto a cielo abierto con plan de acarreo y procesamiento por maquila, la infraestructura logística exige demarcaciones que la empresa justifica como parte de su gestión operacional.
Pero hay una lógica que no figura en los papeles oficiales, un cerco de malla metálica de alta resistencia es, para la fauna local, una barrera infranqueable. Hurones, zorros, pumas, guanacos y aves como el suri cordillerano pierden rutas de paso, zonas de alimentación y áreas de cría. La fragmentación de hábitat aumenta el aislamiento genético, la mortalidad por estrés o por encontrarse con caminos y máquinas al intentar rodear el obstáculo, y reduce la resiliencia de poblaciones que ya conviven con pérdida de territorio. La DIA puede decir “no hay componentes críticos”, pero la ausencia de especies catalogadas como “sensibles” no equivale a ausencia de vida ni a irrelevancia ecológica.

La empresa y las autoridades públicas tienen responsabilidades claras, si la DIA incluyó la colocación del cerco, ese punto debe estar explícito en los anexos y en las condicionantes de la aprobación; si no estuvo contemplado, la instalación sin consulta pública amplia constituye, como mínimo, un atropello operativo y ético. Hasta ahora, la comunicación oficial habla de permisos y de planes, pero la gente que transita la ruta 436, pasando por Hualilan, ve el alambrado y siente, con razón, que la decisión fue tomada lejos del polvo y el viento de ese lugar.
No podemos aceptar la idea de que “la seguridad” justifique todo. Sí, las minas necesitan medidas para proteger personas y bienes. Pero existen alternativas menos lesivas, pasos faunísticos, tramos permeables en corredores clave, vallas diseñadas para permitir el paso de algunas especies, reubicación estratégica de cercos fuera de corredores naturales, planes de monitoreo y compensación acordes y verificables por terceros independientes. La pregunta es quién vigila que esas medidas sean reales y eficaces, y no simples cláusulas para cumplir un requisito administrativo.
Esta cerca es más que un cerco, es un símbolo. Significa que la ecología local pierde frente a la lógica productiva cuando no hay diálogo real, cuando la evaluación ambiental no considera la conectividad biológica con la seriedad que merece, o cuando la mitigación queda en promesas de papel. Si se permite que kilómetros de alambrado fragmenten la precordillera, el daño será tangible, crudo y permanente.
Lo que pedimos, un llamado urgente
1. Transparencia: que se publiquen los anexos del EIA/DIA donde figure específicamente la justificación del alambrado y sus planos, y que la ciudadanía pueda consultar mapas y condicionantes.
2. Evaluación independiente: que especialistas en fauna y conectividad evalúen in situ el impacto del cerco y propongan soluciones técnicas (pasos faunísticos, recortes, corredores alternativos).
3. Medidas efectivas y verificables: si el cerco es imprescindible por seguridad, que la empresa implemente de inmediato compensaciones y pasos de cruce certificados, y que su cumplimiento sea auditado por autoridades y ONG.

No se trata de frenar el desarrollo a cualquier costo, sino de exigir que el desarrollo no anule la vida que lo rodea. Cuando una especie pierde su camino no lo pierde sola, lo pierde toda una comunidad que alguna vez se sintió parte de ese paisaje. A las autoridades provinciales y a Golden Mining les pedimos algo elemental, empatía, responsabilidad y transparencia. Y a los vecinos, científicos y organizaciones ambientales, les pedimos organización y vigilancia activa, la historia del paisaje se está escribiendo ahora, y aún puede corregirse. A la minería hay que cuidarla, por qué es el progreso de San Juan, pero a la Fauna, la vida y la naturaleza, hay que cuidarla mucho más, no se olviden de eso, por qué la vida silvestre y natural está primero.
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