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Hugo Carrizo el Viejo Cantor de este Rinconcito Cuyano

  • Foto del escritor: Diario Libre
    Diario Libre
  • 16 ene
  • 5 Min. de lectura


Es domingo por la tarde y la brisa cololina acaricia mi rostro mientras leo un mensaje en mi celular. Es de Cecilia, la hija de un artista muy querido en nuestro pueblo: “Mi papá está tomando mates, por si querés venir”. No lo pienso mucho. Tomo mi abrigo y voy al encuentro de Don Hugo Carrizo, un hombre que ha dejado huella en la historia musical de Iglesia. Allí, cerca de la Cuesta del Viento, en su casa de Colola, me espera él, el viejo cantor del pueblo.

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A sus 73 años, Hugo Raúl Carrizo es un emblema de la música iglesiana. Aunque nació en Jáchal, desde muy pequeño llegó a Colola con sus padres, Alberta Carbajal y Vidal de los Santos Carrizo, quienes se instalaron en la zona de La Cañada. Siendo el menor de la familia, recuerda con simpatía: “Era el más chiquito y el más bonito”, rememorando entre risas su infancia sencilla y alegre, rodeada de la naturaleza y el trabajo rural.


La música llegó temprano a su vida. A los 10 años, por pura curiosidad, comenzó a aprender a tocar la guitarra junto a su hermano Mario Carrizo. Poco después, junto a su amigo de la infancia, Dominguito Godoy, empezaron a presentarse en fiestas escolares y celebraciones locales, como los actos de la antigua escuela de Colola, organizados por Don Nelson Monardes. Las cuecas y tonadas que interpretaban comenzaron a ser parte de cada festejo en la comunidad, incluyendo las celebraciones religiosas. "Ha Monardez le gustaba mucho la fiesta asi que organizaba algo por cualquier cosa y ahi nos presentabamos".

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El dúo con Dominguito duró aproximadamente tres años. Con el tiempo, Hugo sintió que la música era más que un juego y comenzó a presentarse con más frecuencia. Fue parte del Trío Rodeo, junto a Don Hugo Tapia, Pedro Saavedra y Don Segundo Montaño, aunque en la mayoría de sus actuaciones prefería hacerlo como solista, mostrando su estilo más personal y su conexión con las raíces musicales del pueblo. Algo que siempre destaca Carrizo, es el valor fundamental de su época, la solidaridad musical. “En Iglesia nunca hubo egoísmo, todos enseñaban a todos”, afirma con orgullo. Esa generosidad permitió que muchas generaciones aprendieran y se inspiraran mutuamente.

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En 1968, llegó el gran salto para Hugo. Fue invitado a presentarse en el Festival de Valles y Cumbres Iglesianas, en Bella Vista. Un evento tradicional de dos días que reunía a lo mejor de la cultura cuyana, doma, desfiles gauchos, danza y música folclórica. Allí compartió escenario con artistas reconocidos como el Dúo Mínguez Barbosa, Los Manantiales y Los Inti Huama, encabezados por Don Pancho Godoy. Sin embargo, con los años, esa fiesta dejó de realizarse. Fue entonces cuando, durante la gestión del intendente Mini y con la colaboración de los vecinos del Barrio América, surgió la idea de crear la Fiesta de la Semilla y la Manzana, un homenaje al trabajo de la tierra y las tradiciones iglesianas que perdura hasta hoy.

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En una de esas primeras ediciones, Don Fernando Lloret, parte de la organización, propuso un concurso musical y literario en el que Hugo participó con la cueca Rinconcito Cuyano, mientras que el reconocido Purreta Aguilera presentó Semilla y Manzana. El jurado determinó un empate técnico. Entre risas, ambos artistas decidieron repartirse el premio: “Nos conviene dejarlo así, empatados. Están lindos los premios”, bromeaban. Pero el intendente Mini, con la intención de atraer más público, organizó un desempate en Tudcum. Finalmente, Hugo resultó ganador y Rinconcito Cuyano se convirtió en la canción oficial de la fiesta, siendo interpretada ese año como himno de la celebración, ya que la canción que ganaba cada año, era el himno de la fiesta.


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En 1982, al regresar de trabajar, Hugo Carrizo se encontró con Mario Flores, integrante del dúo Flores-Navarrete, quien lo esperaba en la puerta de su casa con una propuesta especial, quería interpretar una de sus canciones. Hugo, con su generosidad y sencillez de siempre, le entregó el vals Rinconcito Cuyano, una de sus composiciones más sentidas y representativas.

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Esa visita fue solo el comienzo de un período importante en su trayectoria. Poco tiempo después, en su propia casa, recibió la visita de figuras destacadas del ambiente musical sanjuanino, Alicia Giuliani y Don Tito Goyena, representantes de la Universidad Nacional de San Juan (UNSJ), junto al reconocido promotor cultural Don Darío Bence. Estos referentes, impresionados por su talento y su obra, le hablaron de un concurso para cantantes amateurs y lo animaron a presentarse, con la idea de escucharlo cantar y grabar su material.

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Ese año, Hugo alcanzaría un reconocimiento que marcaría su legado: fue galardonado con el premio TRIMAR (Música de las Tres Américas), otorgado a través del Instituto Nacional de Musicología Carlos Vega. Este prestigioso premio surgió a partir de una recopilación musical provincial que fue registrada en un casete, donde se seleccionaron e incluyeron diversas expresiones artísticas de San Juan. La producción fue remasterizada y editada profesionalmente, reflejando la riqueza cultural de San Juan.


En esa antología, los artistas iglesianos brillaron con fuerza, Martín Poblete con La Chinguillana, Pascual Muñoz con El Jilguero y Hugo Carrizo con Rinconcito Cuyano fueron ternados junto a grandes figuras nacionales del folclore, entre ellos el Chaqueño Palavecino y Tamara Castro. El talento local se hizo notar y los tres representantes de Iglesia recibieron el primer premio, un logro histórico que posicionó al departamento y su música en un lugar destacado del ámbito cultural argentino.


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El reconocimiento de Hugo no solo quedó en premios. Su talento lo llevó a compartir escenario con grandes figuras del folclore nacional. Cuando el Chaqueño Palavecino visitó Iglesia junto a Horacio Guaraní, y fue ahi cuando el salteño lo señaló con respeto: “Este es el que ha ganado conmigo”, fundiendose en un gran abrazo.

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Durante los años en que se organizaban presentaciones para los turistas en el Hotel Pismanta y Rosales, Hugo compartió largas noches de música y camaradería con estos referentes. En 1986, durante una edición de la Fiesta de la Semilla y la Manzana, una fuerte tormenta obligó a suspender el evento. Sin embargo, la pasión por la música no se detuvo, Hugo, Pedro Saavedra y el Chaqueño Palavecino se reunieron en casa de Saavedra y la guitarreada se extendió por dos días seguidos. "Empinamos mucho el codo afirma Carrizo".


El tiempo ha pasado, pero Hugo Carrizo sigue siendo fiel a su esencia. Aunque ahora sube con menos frecuencia a los escenarios, su voz y su guitarra aún resuenan en los eventos populares. “A veces me olvido las letras, pero no importa. Jamás ensayé. Donde me invitan, agarro mi guitarrita y parto a cantar”, comenta con esa humildad que lo caracteriza.

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Su legado va más allá de los premios y las presentaciones. Hugo es parte viva de la historia cultural iglesiana, un símbolo de las tradiciones y el folclore que define al pueblo. Su música ha sido puente entre generaciones y su voz sigue siendo testimonio de un Iglesia auténtico y profundo. No quedan dudas, hasta que tata Dios diga basta, estara el viejo cantor templando las cuerdas, al ritmo del cueca, zamba, chacacarera, en un fiesta, la iglesia o la escuela, seguro ahi cantará Don Hugo Carrizo.

Este viejo, el viejo cantor de mi pueblo, sigue siendo ese hombre sencillo que, con su guitarra y su voz, mantiene viva la esencia de Iglesia, este rinconcito cuyano.


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