Valentina, la niña que lucha contra la leucemia y contra el abandono, "por mi hija venderia hasta mi alma".
- Diario Libre
- hace 1 día
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Valentina Esquivel tiene solo 10 años y desde los 3 enfrenta una leucemia mieloide crónica, una enfermedad oncológica rara y devastadora en niños. Su familia vive alquilando, sin trabajo, vendiendo lo poco que tiene para costear el tratamiento. Promesas oficiales de una casa quedaron en la nada. “Mi hija tiene miedo de morir. Solo queremos verla vivir”, suplica su madre, quebrada por el dolor y la impotencia.

Desde hace siete años, la vida de la familia Esquivel cambió para siempre. La pequeña Valentina, de apenas 3 años en aquel entonces, fue diagnosticada con una enfermedad poco común y agresiva, Leucemia Mieloide Crónica (LMC). En niños, este tipo de leucemia es extremadamente raro. Tan raro, que en San Juan apenas se conocen antecedentes. La LMC afecta la médula ósea y la sangre, y en su evolución puede derivar en una forma aún más letal si no se logra controlar a tiempo.
Hoy Valentina tiene 10 años. Su familia está devastada. Su papá, Silvio Esquivel, y su mamá, Gilda González, ya no saben a dónde recurrir. Viven de changas y la mamá con un contrato que no supera los 350 mil pesos, una casa alquilada, sin respuestas del Estado, sin recursos, sobreviviendo día a día, mientras las células malignas en la sangre de Valentina aumentan. "La medicación que usa desde hace años ya no está haciendo efecto. El riesgo es que la leucemia se vuelva aguda", explica su madre con la voz quebrada.
Pero lo más desgarrador no es solo la enfermedad. Es el abandono.
"Mi hija me dice que tiene miedo, que no quiere morirse… me pregunta por qué no es como sus compañeras de la escuela, por qué no puede jugar ni vivir como ellas. Y no sabemos qué decirle. Ella empieza a entender lo que tiene, y a nosotros como padres nos rompe el alma", dice Gilda, secándose las lágrimas.
Lo que más duele es la falta de humanidad. “Nosotros nos preguntamos si toda esta gente de la Municipalidad o del IPV no son padres, si no tendrán hijos, si nunca se imaginan a sus niños en una cama de hospital, con miedo, preguntando si se van a morir. ¿No tienen empatía o no tienen corazón directamente?”, lamenta Silvio con impotencia.

La familia golpeó todas las puertas. Al principio, el intendente de Iglesia les prometió ayuda. “Nos dijo que nos iba a ayudar con la casa, que estaba todo encaminado… después no atendió más el teléfono. Fuimos mil veces al municipio y siempre fue la misma respuesta, que estaba ocupado, en reunión, que no estaba. Nos cansamos de esperar. Nunca más nos llamó”, cuenta Gilda.
En enero pasado, apareció una luz de esperanza. “Conocimos al ingeniero Giulianni, le contamos todo lo que estábamos pasando. Se lo notaba conmovido, nos dijo que nos iba a dar una mano”, recuerda. En marzo, el arquitecto Tello les mostró el proyecto de la casa. “Nos aseguraron que en pocas semanas comenzaban la obra. Se hizo incluso un expediente. Pero fue todo humo. La casa nunca se hizo y vaya a saber Dios que paso con ese expediente. La obra Nunca comenzó. Nadie más nos dijo nada”, denuncian.
Mientras tanto, Silvio, que sufrió un accidente laboral que casi le cuesta un brazo, se vio obligado a cerrar la panadería que mantenía a la familia. Hoy está sin trabajo, vendiendo maquinaria, animales, pertenencias. “Vendí todo… y si pudiera vender mi alma para salvar a mi hija, lo haría sin pensarlo”, confiesa entre lágrimas.
Las trabas burocráticas también son parte del calvario. La familia está inscripta en el IPV (Instituto Provincial de la Vivienda) desde hace años. Aun así, les negaron la posibilidad de una vivienda digna. ¿La razón? “Aparecen en un lote que fue donado por la Municipalidad”, les dijeron. “Ese terreno no tiene escritura, no está en condiciones de nada. Y aunque fuera así, ¿no pueden hacer una excepción por una niña que está muriendo? ¿Qué relevamiento están haciendo si hace años pedimos lo mismo y nadie viene a vernos?”, se pregunta Gilda.
Los recursos económicos tampoco alcanzan. Tuvieron que cancelar dos turnos médicos en Capital por falta de dinero y transporte. “Desde Acción Social de la Municipalidad nos dijeron que ya no daban pasajes, y que si se armaba un viaje para cuatro personas podían llevarnos. Pero ese viaje nunca se armó. ¿Cómo puede ser que el Estado te niegue un pasaje cuando está en juego la vida de una niña?”, se indigna Silvio.

Hace unos dias Valentina debió realizarse un estudio llamado punción medular. “Le abren la vértebra, le rompen el hueso para sacar medula. Con eso ven si puede seguir con medicación o necesita trasplante. Es un dolor tremendo. Mi hija ya no aguanta. Y nosotros tampoco. Es nuestra hija y ahora debemos esperar 14 dias mas o menos el resultado, rezandole a Dios que no empeore su situación ”, dice Gilda, rota en mil pedazos.
La historia de Valentina comenzó a conocerse entre los vecinos de Iglesia gracias a un programa de radio local. En ¡Que Viva la Radio!, que conduce Rodolfo Chávez por Radio Libre, Gilda contó lo que estaban viviendo. En apenas 20 minutos, el pueblo reaccionó con una solidaridad abrumadora, comenzó una colecta y se está organizando un bingo solidario para recaudar fondos. “El pueblo nos está ayudando. Pero el Estado, que tiene los recursos, nos da la espalda”, remarcan.
Valentina es fuerte. Lucha. Sonríe. Pero el cuerpo ya empieza a resentirse. La familia no pide lujos. Solo una vivienda digna y poder viajar a los controles. Poder seguir luchando. “No queremos nada regalado, solo una oportunidad para que nuestra hija viva. ¿Es mucho pedir?”, dicen al final, mientras se toman de la mano fuertemente brindandose fuerza el uno al otro en un momento de incertidumbre y de desesperación.
Una niña enferma. Una familia desesperada. Un Estado que no escucha. Un pueblo que abraza y se solidariza. Pero el tiempo corre. Y Valentina no puede esperar. ¡TODOS CON VALENTINA!
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Gilda Mariana Gonzalez