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El día que en San Juan, asesinaron a un gobernador

  • Foto del escritor: Diario Libre
    Diario Libre
  • 19 nov
  • 3 Min. de lectura

El asesinato del gobernador Amable Jones marcó uno de los episodios más violentos de la política sanjuanina. Tensiones, ataques previos, planes de secuestro y un clima social al borde del estallido terminaron con un gobernador muerto y una provincia fracturada.

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El 20 de noviembre de 1921 quedó grabado para siempre en la memoria política de San Juan. Aquel domingo, el gobernador Amable Jones, representante del radicalismo yrigoyenista, fue emboscado y asesinado en la zona de La Rinconada, en Pocito. El crimen, planificado, ejecutado con precisión y cargado de violencia, no surgió de la nada. Era el desenlace de una escalada política que llevaba años tensándose entre el gobierno provincial y el emergente movimiento bloquista, liderado por Federico y Elio Cantoni.


Un mes antes, en octubre de 1921, Federico Cantoni sufrió un ataque policial en Jáchal. Este episodio desató un conflicto abierto que ya venía incubándose entre cantonistas y radicales. La respuesta de Cantoni fue inmediata: desde la plaza 25 de Mayo, frente a Casa de Gobierno, pronunció una arenga que quedaría escrita a fuego en la crónica política sanjuanina.


Al tirano Jones hay que sacarlo vivo o muerto de la Casa de Gobierno. Cada hombre debe tener listo un máuser… y el que no pueda tener arma de fuego, un palo, un azadón o un zuncho. Pero hay que sacarlo vivo o muerto.


Las palabras encendieron el ambiente. No era un discurso aislado, sino el síntoma de un enfrentamiento que empezaba a desbordar lo político para instalarse en el terreno de la violencia física.


El 20 de noviembre, Jones transitaba en automóvil junto a un bodeguero amigo. Eran días de tensión, pero aún nadie intuía que la violencia sería inminente. En La Rinconada, un grupo armado los interceptó y abrió fuego. El gobernador murió prácticamente en el acto.


La noticia estremeció a San Juan. En cuestión de días, la policía detuvo a todos los implicados. Entre ellos estaban los hermanos Cantoni.


La investigación, posteriormente analizada por historiadores como Celso Rodríguez en la revista Todo es Historia, determinó que el ataque fue una operación planificada desde el círculo cantonista. Sin embargo, los bloquistas afirmaron siempre que su intención no era matar al gobernador, sino secuestrarlo y trasladarlo a Chile, una maniobra extrema que creían necesaria para destrabar el caos político que atravesaba la provincia.


Lejos de resolver el enfrentamiento, el asesinato de Jones abrió una herida mayor. Los radicales yrigoyenistas convirtieron la muerte del gobernador en un eje de confrontación permanente contra el cantonismo. El hecho no solo impactó en la política local, sino que se sumó a una larga tradición de violencia institucional en San Juan, una provincia que ya había visto caer a figuras como Nazario Benavídez, José Antonio Virasoro, Antonino Aberastain, Valentín Videla y Agustín Gómez.


Para los Cantonistas, la prioridad absoluta era terminar con lo que consideraban una tiranía. Pero el precio político del magnicidio fue devastador, tensó aún más la relación con el poder nacional y dejó marcado al movimiento como responsable de la jornada más sangrienta de la década.


Hoy, más de un siglo después, el asesinato del gobernador Amable Jones continúa siendo uno de los hechos más impactantes y polémicos de la historia institucional de San Juan. Su trama mezcla ambición política, violencia, discursos incendiarios y decisiones extremas tomadas en un contexto donde la palabra democracia aún luchaba por afirmarse.

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