Las academias de Danzas que sostienen el alma de un pueblo
- Diario Libre

- hace 4 días
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En Iglesia, las academias de danza folclórica son el motor silencioso que llena eventos, sostiene la tradición y moviliza familias enteras. Sin embargo, siguen siendo las menos reconocidas y las que más apoyo necesitan. Más de 700 bailarines mantienen viva una cultura que hace apenas una década parecía desvanecerse.

Las academias de folclore son el corazón que late detrás de cada evento popular. Son las que transforman una peña en fiesta, las que hacen que una feria crezca en público, las que convierten un festival en espectáculo y las que logran que hasta un humilde bingo solidario se llene de alegría. Aportan música, color y emoción, pero sobre todo aportan algo que ningún programa puede garantizar... gente.
Cuando bailan los más pequeños, se moviliza una comunidad entera. Asisten la mamá, el papá, la tía, el padrino, la abuela y hasta ese pariente que llegó de lejos solo para ver un instante que se guarda para siempre. Las academias, más que espacios de danza, son puentes afectivos y motores de identidad.

Aun así, son las menos reconocidas. La mayoría de las veces reciben solo una vianda, un agradecimiento, que siempre son bienvenidos, y un aplauso que se disuelve rápidamente entre la música. Claro que los bailarines bailan por pasión, pero la pasión no borra el esfuerzo. Detrás de diez, quince o veinte minutos en el escenario hay semanas enteras de ensayo, familias que ajustan su bolsillo, profesores que ponen el alma y niños que sueñan con un traje nuevo. El reconocimiento podría empezar con un gesto pequeño, pero significativo, preguntar si necesitan algo de vestuario, si se puede donar un sombrero, un pañuelo o un rollo de tela. Para una academia, cualquier aporte puede marcar la diferencia.
Hace diez años la danza folclórica en Iglesia estaba casi apagada. "Esto hace diez años no pasaba" suele decir el Profesor Aurelio Maya en las peñas, cuando la pista se llena de bailarines. Allá por el 2010 la academia de San Lorenzo había desaparecido, el Grupo Cultural ya no estaba y en muchos distritos no existían espacios de formación. La cultura se estaba desvaneciendo lentamente. Sin embargo, en Tudcum surgió una luz con Silvio Silva, que inició un camino nuevo. Más tarde, Aurelio Maya, junto al IDAF, sembró otra esperanza con AcerCarte. Desde allí comenzaron a formarse profesores y profesoras que hoy conducen sus propias academias. Esas academias dieron lugar a otras, que a su vez generaron nuevas iniciativas. La danza se multiplicó hasta ramificarse por todo el departamento.

Hoy Iglesia cuenta con más de setecientos bailarines en actividad. Son setecientas historias, setecientos sueños y setecientos jóvenes que eligen la danza antes que la calle, antes que el ocio vacío y antes que los riesgos que acechan a la juventud. La danza es disciplina, es refugio, es contención y es identidad. Es, para muchos chicos, una oportunidad de crecimiento personal y social.
Las academias no piden grandes cosas, no exigen dinero ni recursos imposibles, solo necesitan apoyo y acompañamiento. El Estado, las empresas, las organizaciones y los vecinos pueden aportar algo, grande o pequeño. Cada gesto puede definir si un niño continúa o abandona, si una academia crece o se estanca, si la cultura avanza o retrocede. Apoyar la danza no es un gasto, es una inversión social y emocional. Es una manera de sacar a los jóvenes de las drogas, del sedentarismo y del encierro del celular. La danza transforma vidas y merece ser reconocida. Las academias no viven "a modo de colaboración".

Este editorial es también un homenaje a quienes sostienen la cultura en silencio, profesores, familias, bailarines y gestores que nunca bajan los brazos. Saludamos a las academias AcerCarte, Farah, Yanam, Valles y Cumbres, Esencia, Danzas de los Pueblos, Sentimientos de Danza, Danzarte, Tradiciones de Mi Pueblo, Tudcum Tierra de Tradición, Reviviendo Tradiciones, Raíces de Cuyo y Alma Angualastina. Todas ellas mantienen vivo el espiritu de un pueblo que sigue apostando a la danza cada vez más.
Que este llamado sea claro y urgente, las academias necesitan más apoyo de todos, no es solamente la Municipalidad quien debe hacerlo, son todos. Sostener la cultura es sostener el futuro de nuestros hijos, de nuestra patria, de nuestras raíces, es sostener el futuro de Iglesia.

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