Preocupación en los clubes iglesianos; lanzan el programa “Deporte Sin Violencia” ante casos de bullying, consumo y agresiones
- Diario Libre

- 18 nov
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Profesionales del Hospital Tomás Perón trabajan junto a instituciones deportivas para frenar prácticas que afectan a niños y adolescentes

El crecimiento del deporte en Iglesia, históricamente asociado a la pasión y al encuentro comunitario, hoy convive con una realidad que alarma a referentes, entrenadores y familias. Agresiones verbales desde la tribuna, bullying entre compañeros, episodios vinculados al consumo problemático y situaciones de violencia simbólica y física comenzaron a repetirse en distintos clubes del departamento. Frente a este panorama, un equipo interdisciplinario del Hospital Tomás Perón de Rodeo puso en marcha el programa “Deporte Sin Violencia”, una iniciativa que busca “sensibilizar, escuchar y acompañar a quienes están atravesando realidades que se han naturalizado, pero que no son normales”.
“Muchos chicos encuentran en el deporte una vía para salir del consumo o de situaciones difíciles, pero llegan a la cancha y lo primero que escuchan son insultos que reviven lo que intentan dejar atrás”, explicaron desde el equipo. “No es aliento: es descarga, es violencia, y lastima más de lo que la gente cree”.
Según detallan las profesionales, varias instituciones deportivas comenzaron a manifestar preocupación por comportamientos que exceden lo competitivo. “Nos encontramos con pibes que llegan drogados a entrenar o que consumen antes de jugar. Los clubes no saben cómo actuar, tienen miedo a la reacción de la familia o a quedar expuestos”, señalaron.
A esto se suma un clima hostil desde las tribunas. Insultos, burlas por la apariencia física, agresiones sobre el rendimiento deportivo y mensajes hirientes se volvieron habituales. “Escuché cosas que me dieron vergüenza ajena. No iban a alentar, iban a descargar sus problemas gritando barbaridades”, Relato la Licenciada Fátima Aguilera en dialogo con Diario Libre.
Los adolescentes no solo reciben violencia del público, sino también entre ellos mismos. Comentarios sobre el cuerpo, el peso, el color de piel, la velocidad, o incluso juegos abusivos dentro de los camarines,como fotografiar a compañeros sin consentimiento o exponerlos al ridículo, se transformaron en señales de alarma.
El equipo profesional, integrado por la psicopedagoga a cargo del programa Fátima Aguilera, el psicólogo licenciado Bartolomé, la nutricionista Sirley Balmaceda y la profesora de educación física Nicole Cuevas, explicó que decidieron abordar el fenómeno desde múltiples aristas.
La nutrición es uno de los ejes más preocupantes. “Hay chicos que están en tratamiento, con dietas estrictas, pero en los clubes se fomenta lo contrario, comidas poco saludables, exceso de harinas y bebidas energizantes. Muchos adolescentes consumen Monsters, anabólicos o suplementos sin supervisión”, advirtieron. A esto se suma la sobreexigencia física, “Entrenan juntos chicos de 13 o 14 años con adultos de 27 bajo la misma intensidad. Ese nivel de carga no corresponde y puede ser riesgoso”.
El programa también puso sobre la mesa la necesidad de establecer acuerdos claros para el deporte mixto. En algunos clubes ya se registraron conflictos por roces propios del juego que fueron interpretados como comportamientos indebidos. “Planteamos que los padres firmen consentimientos y se establezcan límites claros para evitar acusaciones o malos entendidos”, explicaron.
“Deporte Sin Violencia” se estructura en varias fases:
Encuentros iniciales con referentes deportivos: entrenadores, técnicos, preparadores físicos y dirigentes.
Trabajo en cada institución con los grupos de deportistas según su categoría.
Espacios específicos para familias, donde se busca concientizar y acompañar.
Una campaña pública de testimonios, que se lanzará la próxima semana, para visibilizar el impacto emocional que sufren los jóvenes.
“La violencia no es solo física. Cuando un chico escucha que es lento, gordo, flaco, negro, o cuando se burlan de sus granos o de su cuerpo, ese daño emocional queda”, remarcaron. “Tenemos adolescentes que dejan de comer, que se encierran en sus habitaciones, que no quieren volver al club”.
Desde el programa aseguran que el desafío es grande y que no se trata de simples charlas. “Queremos construir un espacio real de escucha y elaborar propuestas en conjunto. Sabemos que nos metemos en un tema profundo, jodido, donde incluso aparecen situaciones de corrupción deportiva y violencia institucional. Pero si nadie se involucra, nada va a cambiar”.
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