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"Sabor Artesanal", la historia de Edita, la mujer que transformó la necesidad en un sueño abrazado por la confianza de L&G

  • Foto del escritor: Diario Libre
    Diario Libre
  • 19 nov
  • 4 Min. de lectura

A los 58 años, Edita Ramona Aguilera mira su vida con emoción. Lo que comenzó como una necesidad económica en 1986, hoy es un emprendimiento que crece de la mano de su esfuerzo y del apoyo incondicional de la empresa L&G. Su proyecto, Sabor Artesanal, ya es parte del entramado productivo iglesiano, llevando medias lunas congeladas y tabletas tradicionales a la mesa minera, con un sello, todo lo que hace nace del corazón.

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Cuando Edita Ramona Aguilera recuerda sus comienzos, no puede evitar que la voz se le quiebre apenas. En sus palabras hay historia, cansancio, esperanza y, sobre todo, gratitud. “Mi emprendimiento comenzó hace tres años con Vicuña”, dice, aunque sabe que el verdadero viaje empezó mucho antes, cuando una joven recién casada buscaba saborear la vida con lo poco que tenía. Hoy, Edita ya no es la misma. “Antes pensaba que vivir con lo justo era lo que me tenia marcado el destino, pero me anime y logre mi sueño”, señala, como quien reconoce que cada etapa vivida nos va moldeando hasta convertirnos en nuestra mejor versión.


Su emprendimiento llamado "Sabor Artesanal", nació con la tradicional Tableta Iglesiana, un legado que aprendió de su suegra en 1986. Ese año, con apenas 20 años y viviendo en casa de sus suegros, la necesidad económica empezó a marcar su camino. “Mi suegra me dijo, "Hija, tenemos que hacer algo para vender esta semana Santa", Yo no sabía hacer tabletas, pero ella sí. Y me enseñó.”


Aquel gesto simple, una receta compartida en la cocina humilde de una casa iglesiana, se volvió la piedra fundacional de un destino inesperado. Mesones y mesones de tabletas fueron horneados con urgencia, pero también con amor. Con ese dinero podían seguir adelante, podían sostenerse, podían vivir.

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Esa tradición la acompañó durante décadas, como un tesoro heredado, como un recordatorio de que incluso en la escasez puede nacer algo hermoso. Hasta que un día, la vida decidió sorprenderla. Yanina Maza, quien trabaja para la empresa Vicuña, antes Josemaría, probó sus tabletas y quedó encantada. “Me pidió unas docenas para llevar a sus jefes. Les gustaron tanto que me llamaron a reuniones, y ahí empezó mi proyecto de verdad”, cuenta Edita, aún maravillada como si todo hubiese ocurrido ayer.


Pero el giro más grande llegó cuando la empresa L&G, decidió confiar en ella y esa confianza, tan profunda, tan constante, tan generosa, fue la que transformó un pequeño emprendimiento doméstico en un proyecto proveedor minero.


Edita lo repite una y otra vez, con emoción sincera.


“Estoy enormemente agradecida. L&G siempre me apoyó y confió en mí desde el primer día.”

La empresa no solo la incorporó, la abrazó, le abrió puertas, le puso profesionales a disposición para capacitarla, la acompañó en cursos, la formó en procesos que ella jamás hubiera imaginado dominar. Gracias a los proyectos que presentó junto a la empresa, obtuvo maquinaria moderna, herramientas nuevas, recursos concretos que hicieron posible que Sabor Artesanal creciera y se fortaleciera.


“Me han dado muchísima enseñanza desde LyG, Muchísima. Me han ayudado económicamente, con capacitación, con maquinaria… Estoy muy agradecida porque ellos confiaron en mí cuando yo apenas estaba empezando a soñar.”


Esa confianza fue tan grande que Edita pudo expandirse hacia lo que hoy es su producto estrella, las medias lunas congeladas, elaboradas sin conservantes, hechas con el mismo cariño que ponía cuando vendía tabletas para sobrevivir. Ahora, su emprendimiento está habilitado por sanidad, es proveedor formal y abastece a una empresa minera con productos artesanales de calidad.

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Para Edita, esto no es solo trabajo, es su orgullo, es su vida. “Me gusta mucho la panificación, disfruto cada proceso y gracias a Dios, lo llevo muy bien.”


Pero la historia de Edita también tiene un mensaje, un llamado, un abrazo extendido a todas las mujeres iglesianas que sueñan en silencio.


“Hay que luchar. Si uno quiere progresar, tiene que buscar los medios para salir adelante. Nunca hay que bajar los brazos, por más que haya tropezones. Siempre hay que buscar el porvenir.”

Sus palabras no suenan a discurso aprendido. Suenan a camino, a herida cicatrizada, a mesa compartida, a madrugada amasada con esperanza. Edita es testimonio vivo de que la vida puede cambiar cuando alguien decide creer en uno… y cuando uno mismo es capaz de creer en lo que hace.


Hoy, mientras la cocina se llena del perfume dulce de las medias lunas horneadas, Edita cierra los ojos y siente que en ese aroma también está su suegra, aquella cocina de 1986, la necesidad que la empujó y la fe que no la dejó caer. Siente, sobre todo, la mano firme de L&G, que la sostuvo cuando el sueño era apenas un puñado de harina. Y entonces entiende que Sabor Artesanal no es solo un emprendimiento, es una historia viva que late en cada masa que se eleva, en cada tableta que cruje, en cada mujer que decide luchar.


Porque Edita aprendió que, cuando la vida golpea, uno se levanta, cuando la esperanza llama, uno abre la puerta y cuando alguien confía en vos… los sueños, por fin, encuentran la forma más hermosa de crecer,

la de un pan tibio, recién salido del alma.

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