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Se taparon las cunetas y se destaparon los problemas

  • Foto del escritor: Diario Libre
    Diario Libre
  • 9 dic
  • 5 Min. de lectura

La decisión municipal de eliminar las cunetas, sin sustento técnico ni diálogo con los vecinos, convirtió la principal calle en un río de barro y piedras durante las últimas lluvias. El sistema hídrico fue destruido para ser reemplazado por la promesa vacía de que los vecinos regarían el arbolado "con una jarra de agua", condenando a los árboles a secarse, las veredas a convertirse en escombros y a la calle en un causa natural de agua cuando llueve o cuando alguien riega algun potrero y se le desborda el agua.


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Lo que ha ocurrido en la Avenida Santo Domingo de Rodeo, este finde semana, no es un accidente de la naturaleza, sino la crónica de un desastre deliberadamente anunciado, una burla mayúscula a la inteligencia colectiva y un retrato descarnado de la improvisación, la soberbia y la falta de planificación. No hay forma suave de abordarlo, con la llegada de las primeras y previsibles lluvias, el supuesto "progreso" exhibido por la administración no solo quedó en entredicho, sino que se ahogó en el barro y el caudal descontrolado que ellos mismos crearon. El sarcasmo se impone como única herramienta retórica válida, porque lo que la realidad ha revelado es diametralmente opuesto a cualquier noción de avance o mejora. El problema central es de naturaleza estructural y, fundamentalmente, ético, se tomó la decisión unilateral de modificar un sistema vital a espaldas de la comunidad y de la técnica, sin una planificación real y con un profundo desprecio por la infraestructura existente y, lo más básico, el sentido común ingenieril.


Hace ya más de un año, la Municipalidad, en un acto que roza la irresponsabilidad administrativa, procedió a tapar las cunetas de la principal arteria de Rodeo, una acción que constituye la médula del problema. Este procedimiento no se llevó a cabo con el rigor que una obra pública de tal envergadura exige, no se consultó a especialistas independientes, ajenos a la estructura de la gestión; no se presentó un proyecto técnico serio que sustentara la viabilidad y seguridad de la nueva propuesta; y lo que es peor, no se abrió un canal de diálogo transparente con los vecinos ni con los actores técnicos de la comunidad. Lo más grave de este desmantelamiento es que no fue una obra inocua, sino la eliminación activa de un sistema que, durante décadas, cumplió la doble función de garantizar el drenaje pluvial de la calle y de sustentar el riego vital del arbolado público. Se dinamitó una infraestructura, que irónicamente había sido renovada pocos años antes, durante la gestión de Mauro Marinero, para reemplazarla por una "solución" que hoy, tras las primeras precipitaciones, se revela como un verdadero insulto a la lógica.


La justificación esgrimida por el ingeniero Elio Giuliani, jefe de obras de la Municipalidad, fue que la decisión se debió a que Hidráulica no garantizaba el caudal de agua para el riego. Apoyándose en esta explicación, que no justifica nada, decidieron eliminar las cunetas y proponer una alternativa que desafía la credibilidad, un pequeño caño junto a cada árbol, instruyendo a los vecinos para que lo regaran "con una jarra de agua". Esta medida no solo es absurda en su concepción, sino que representa la máxima expresión de la negligencia estatal, pues la responsabilidad del mantenimiento y riego del arbolado público no es delegable en la buena voluntad individual, sino una obligación ineludible del Estado Municipal. Mas alla, de que en algunas ocasiones, no todos los dias, solo algunas veces al mes riegan el arbolado con el camion de riego, avanzaron con esta idea de la "Jarrita de agua" como si fuera una innovación brillante, ignorando cualquier principio de gestión de recursos hídricos y responsabilidad comunitaria.

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Desde Diario Libre en su momento, se le advirtió a Giuliani con la contundencia que otorga el simple razonamiento empírico, lo que inevitablemente sucedería. Y tal como se previó, con una exactitud que solo la falta de previsión puede garantizar, cada uno de los puntos críticos señalados se ha materializado en la realidad de Rodeo:


  1. Muerte y Abandono del Arbolado: Como se anticipó, los vecinos no podían ni debían asumir la tarea estatal de regar manualmente el arbolado público al nivel que requiere su supervivencia. La consecuencia es desoladora y visible a simple vista, los árboles están muriendo uno tras otro, se están secando y debilitando a pasos agigantados, transformándose en peligrosos esqueletos secos en una zona conocida por sus vientos fuertes y constantes. En lugar de pulmones verdes, la avenida se llena de ramitas secas y riesgo latente.

  2. Inundación como Diseño Vial: La Avenida Santo Domingo, despojada de su arteria de drenaje natural, las cunetas (tapadas desde calle El Tiro Federal hasta Enrique Paoli), se convirtió exactamente en lo que se pronosticó, un cauce improvisado y caótico. El agua de lluvia, al no tener una vía de escurrimiento definida, chocó violentamente contra el tapón de la obra y desbordó con furia incontrolable hacia la calle y los costados, arrastrando barro, sedimentos, y piedras, generando una corriente que nadie puede negar. Lo ocurrido el fin de semana pasado no es un evento fortuito, sino la repetición exacta del caos hidráulico que ya se vivió en el pasado enero.


  1. La Vereda del Desprecio y el Riesgo: Para completar el cuadro de desidia, el paisaje de la obra fallida se complementa con la destrucción y el abandono de las veredas. La gestión desarmó las aceras existentes, y lejos de repararlas, las dejó tiradas, creando un camino intransitable plagado de huecos, escombros, y desniveles peligrosos. Aunque se reconozca que muchas ya estaban en mal estado debido a gestiones anteriores, la responsabilidad actual es haberlas destruido y no haberlas reparado, dejando al peatón sin una vía segura y demostrando una falta total de respeto por quienes transitan diariamente el pleno centro de Rodeo.


  1. Riego con jarrita: Los vecinos no iban a regar manualmente el arbolado público al nivel que requiere un árbol para no morir. En primero lugar, por qué claramente NO lo iban a hacer y en segundo lugar por qué le corresponde al estado Municipal.


Esto no es una crítica basada en la especulación; es la realidad ineludible y sufrida por los habitantes de Iglesia, una prueba tangible de que las advertencias previas no fueron escuchadas.

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Lo más grave, y lo que demuestra que esta gestión ha aprendido absolutamente nada de algunos fracasos tecnicos, es la confirmación interna de que el plan es seguir adelante, replicando esta misma "solución" y tapando cunetas en otras zonas de la localidad, como es la idea de tapar las cunetas del Barrio Camino Las Tapias, según manifiestan los vecinos de ahi. Esto significa que el desastre de Santo Domingo no ha servido como advertencia, sino como un precedente que la administración planea expandir, anunciando más caos, más inundaciones y más riesgo para el resto de la comunidad.


La gestión municipal ha demostrado una miopía técnica y una sordera política que resultan profundamente alarmantes. Se taparon las cunetas y, con ello, se destaparon los problemas más serios, la falta de diálogo, la ausencia de criterio técnico independiente y un palpable desprecio por el patrimonio público y, lo que es más importante, la seguridad y la calidad de vida de los ciudadanos.


Es imperativo que la Municipalidad asuma la responsabilidad total de este desastre evitable y detenga de inmediato el plan de expansión de una obra que, en lugar de progreso, trae caos, inundación y desolación. La comunidad, que sostiene no ser escuchada, les pide por este medio al Ingeniero Giuliani y al intendente Espejo, dar marcha atras con esa idea absurda, coordinar el riego con el departamento de Hidraulica y abrir nuevamente las cunetas... estan a tiempo de arreglar el desastre.


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