Viola, filma y comparte, pero la justicia lo premia con solo 8 años de prisión

Jorge Daniel Gutiérrez, de 48 años, abusó sexualmente durante años de la hija de su expareja, desde que la niña tenía 10. Grababa los ataques, tomaba fotos y los enviaba por WhatsApp. Fue condenado a solo 8 años de cárcel. La víctima y su hermana vivirán con el daño el resto de sus vidas. Él, en pocos años, podrá salir libre.

Durante más de dos años, una niña fue víctima de violaciones, amenazas y exposición sexual por parte de un adulto. Su agresor fue Jorge Daniel Gutiérrez, pintor de 48 años, expareja de su madre. El infierno comenzó cuando la menor tenía apenas 10 años y terminó a los 13, solo porque su madre decidió separarse. La Justicia, tras conocer todos los hechos, decidió condenarlo a una pena que insulta, 8 años de prisión.

Todo ocurrió en Rodeo, departamento Iglesia. Gutiérrez aprovechaba que la madre trabajaba por las tardes para encerrarse con la niña en un departamento al fondo de la casa familiar. La sometía sexualmente, la filmaba, sacaba fotos y luego enviaba ese material por WhatsApp a sus conocidos. Para que no hablara, la amenazaba con matar a su madre o a su hermana. La niña vivía aterrada. Y en silencio.

Años después, en febrero de este año, la adolescente, hoy de 16, rompió ese silencio durante una entrevista con una psicóloga. Ahí reveló el horror. Una asesora de menores formalizó la denuncia y la fiscal Andrea Insegna, junto a su equipo de la UFI ANIVI, inició la investigación. El relato fue coherente y brutal. Su hermana mayor también declaró y aportó una prueba clave: tiempo atrás había tomado el celular del acusado y encontró una imagen íntima de la víctima.

Gutiérrez fue detenido el 21 de abril. Acorralado por la evidencia, confesó. Pero no por remordimiento, lo hizo para obtener un beneficio. Acordó un juicio abreviado con la Fiscalía y consiguió una reducción de pena. La jueza Verónica Chicón homologó el acuerdo. ¿El resultado? Solo 8 años de prisión.

La Justicia entendió que 8 años eran suficientes por violar a una niña durante más de dos años, filmarla, fotografiarla y difundir ese material como si fuera mercancía. Ocho años por robarle la infancia, la seguridad, el cuerpo y la voz. ¿Puede considerarse justicia una condena que permite que el abusador salga libre mientras la víctima apenas comienza a entender el daño que le dejaron?

Con buena conducta, Jorge Gutiérrez podría estar libre antes de que su víctima cumpla 25 años. Ella, en cambio, convivirá con las secuelas emocionales, psicológicas y físicas toda la vida. Su hermana también. La familia, rota. Y la sociedad, otra vez testigo de cómo el sistema penal castiga con más fuerza el robo de una bicicleta que la destrucción sistemática de una niña. Este no fue un juicio. Fue un trámite. Uno rápido, cómodo y silencioso. Un fallo legal, sí, pero profundamente inmoral. Otra vez, la Justicia prefirió ser funcional al agresor antes que justa con la víctima.