Cómo es el sistema chileno que San Juan podría adoptar para el agua en minería

Chile ya usa agua desalinizada del Océano Pacífico en 22 minas, y esa tecnología podría aplicarse en la minería sanjuanina para enfrentar la escasez hídrica y los desafíos ambientales.

30 de mayo de 2025

Elevar agua del mar, tratarla para eliminar sales y luego bombearla desde la costa hasta la Cordillera de los Andes para uso en la minería es una realidad consolidada en Chile. Esta práctica requiere inversiones millonarias y grandes desafíos técnicos, pero ha sido adoptada masivamente por la industria minera chilena como solución ante la escasez de agua continental provocada por sequías recurrentes.

Actualmente, Chile cuenta con 22 minas que operan con agua proveniente del Pacífico y se propuso que para 2040, el 95% del agua utilizada en minería sea desalinizada, lo que representa una apuesta ambiental y económica significativa.

Este sistema podría replicarse en San Juan, Argentina, donde la minería consume cerca del 2% del agua provincial y enfrenta presiones para incorporar tecnologías más sostenibles.

Jack Lundin, tras anunciar nuevas reservas en el megaproyecto Vicuña, confirmó que en etapas futuras evalúan traer agua desalinizada desde Chile, algo que ya se viene estudiando en el sector local.

El agua es un recurso clave en los procesos mineros: se usa en la lixiviación para disolver metales, en la flotación para separar minerales valiosos, y en actividades básicas como la limpieza y consumo humano en campamentos. Su disponibilidad define la viabilidad y sustentabilidad de los proyectos.

La experiencia chilena

En 2017, Chile reformó su ley de aguas para priorizar el uso humano y exigir al sector minero reemplazar el agua continental por agua de mar desalinizada. Hoy, el 50% del agua usada en minería chilena proviene del Pacífico, posicionando al país como líder mundial en fuentes alternativas.

Manuel Viera Flores, presidente de la Cámara de Minería de Chile, explicó que esta transición fue posible gracias a la experiencia y aprendizaje acumulados tras la instalación de las primeras plantas desalinizadoras, y aseguró que esa experiencia puede ser un ejemplo para San Juan y otros lugares.

Aspectos técnicos y desafíos

Luis de Benito, ingeniero sanjuanino y especialista en ductos, detalló el proceso: la planta desalinizadora se instala en la costa, con tomas de agua protegidas para no dañar la flora y fauna marina. El agua pasa por filtraciones y un proceso de desalinización que consume mucha energía y genera un subproducto con alta concentración de sales que se debe gestionar.

Luego, mediante grandes estaciones de bombeo y cañerías de más de un metro de diámetro, el agua se eleva más de 3.000 metros sobre el nivel del mar, atravesando montañas y terrenos difíciles, con técnicas y materiales especiales para resistir la corrosión y el desgaste.

Oportunidades para San Juan

Según Viera Flores, San Juan tiene ventajas para implementar esta tecnología gracias a tratados bilaterales y la posibilidad de normativas conjuntas con Chile, lo que facilitaría la compra y transporte del agua desalinizada. Además, se podrían diseñar acueductos para abastecer múltiples proyectos mineros desde el inicio, optimizando costos y planificación.

El impacto ambiental positivo y la contribución a la economía circular hacen que esta alternativa sea atractiva para permitir el desarrollo de más proyectos mineros en la región, incluso ante la disminución de las nevadas y reservas de agua dulce.

Inversión y costos

Luis de Benito estimó que una planta desalinizadora con ductos y mantenimiento puede costar alrededor de 2.000 millones de dólares, un gasto adicional para proyectos nuevos. Además, el costo operativo puede llegar a 10 o 12 dólares por litro, por lo que esta solución solo es viable para proyectos de gran escala y rentabilidad.

Pese a eso, la Cámara Minera de Chile confirmó que ya se han discutido en San Juan planes para implementar el sistema, y hay buena predisposición para acuerdos binacionales sobre el uso de agua desalinizada.