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Iglesia debate su futuro con una gran oportunidad de salir adelante según lo establecen las leyes

  • Foto del escritor: Diario Libre
    Diario Libre
  • 16 oct
  • 3 Min. de lectura

Esta tarde, a las 18 horas, en el Polideportivo Municipal de Rodeo, los vecinos de Iglesia se reunirán con el intendente Jorge Espejo para abordar dos temas que tocan la vida cotidiana y el porvenir del departamento, la crisis eléctrica y la Ley de Áreas de Frontera. Detrás de esas palabras, que suenan técnicas o distantes, se esconde una discusión de fondo, cómo garantizar que vivir en la frontera deje de ser sinónimo de carencia y se convierta en sinónimo de oportunidad.

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La Ley Nacional N° 18.575, sancionada en 1970, fue pensada para impulsar el desarrollo de las zonas limítrofes del país. No se trató solo de marcar un límite geográfico, sino de promover la presencia del Estado y la inversión en los territorios más alejados de los grandes centros urbanos.


La norma establece que en estas áreas, como lo es Iglesia, el Estado debe priorizar la infraestructura, fomentar la radicación de familias y empresas, y aprovechar los recursos naturales de forma sustentable.


Por su parte, la Ley Provincial 428-P, sancionada en 2014, adhiere a esa política nacional, comprometiendo a la provincia de San Juan a aplicar programas concretos para sus zonas de frontera. En otras palabras, mientras la ley nacional marca el rumbo, la provincial tiene la obligación de llevarlo al territorio.


Uno de los puntos del encuentro de esta tarde será el reclamo por los problemas en el suministro eléctrico, un mal que afecta a los vecinos de Iglesia. Aquí es donde las leyes de frontera deberían entrar en juego, el acceso garantizado a energía estable y moderna es un pilar del desarrollo integral que la Ley 18.575 ordena.


Si Iglesia fuera tratada como lo que jurídicamente es, una zona estratégica de frontera, contaría con inversiones priorizadas en energía, conectividad y servicios básicos.

Por ejemplo:


. La instalación de parques solares cordilleranos podría abastecer a las localidades altas, reduciendo la dependencia de líneas precarias.


. Créditos promocionales nacionales y provinciales permitirían a cooperativas locales producir y distribuir energía limpia.


. Se podrían aplicar subsidios diferenciales para comercios, escuelas y hospitales fronterizos, como ocurre en regiones limítrofes de Patagonia o el Noroeste argentino.



Sin embargo, mientras los beneficios que prevén las leyes no se ejecuten, la frontera seguirá a oscuras.


El segundo punto de la reunión, la Ley de Área de Frontera, toca el corazón mismo del desarrollo iglesiano. La Ley 18.575 y su adhesión provincial 428-P fueron creadas para que departamentos como Iglesia, Calingasta y parte de Jachal reciban tratamiento preferencial en materia de obras, educación, salud y fomento productivo.


En la práctica, esto permitiría:


. Promover la instalación de industrias o talleres locales, con beneficios fiscales y acompañamiento técnico.


. Impulsar proyectos turísticos con líneas de crédito blandas, fortaleciendo la identidad cordillerana.


. Financiar programas de empleo y capacitación, especialmente para jóvenes y mujeres.


. Acelerar obras de conectividad vial y digital, esenciales para atraer inversiones y mejorar la calidad de vida.


Un ejemplo concreto sería que, bajo este régimen, el municipio y la provincia podrían solicitar al Estado Nacional fondos específicos para el desarrollo de infraestructura fronteriza, como el mejoramiento de la ruta al Paso de Agua Negra, mejoramiento de Ruta 150, la ampliación del hospital de Rodeo o la creación de centros de formación técnica en gastronomía y minería.


Han pasado más de 50 años desde que la Nación prometió integrar sus fronteras, 36 de esos años Peronistas, y más de una década desde que San Juan adhirió a esa visión. Sin embargo, Iglesia continúa siendo una frontera postergada, con recursos naturales abundantes, pero con servicios básicos que aún fallan.


El encuentro de hoy no solo debe servir para escuchar reclamos, sino para reactivar el espíritu de las leyes 18.575 y 428-P, transformándolas en hechos, energía confiable, trabajo local, infraestructura moderna y políticas reales de arraigo.


Iglesia no necesita nuevas promesas, sino el cumplimiento de las que ya están escritas. Las leyes existen, los recursos también. Falta decisión política para aplicarlas y visión para entender que la frontera no es un límite, sino una puerta abierta al desarrollo. Que esta reunión no sea una más, sino el inicio de un proceso donde la voz de los vecinos y la acción del Estado caminen juntas, iluminando el porvenir de un pueblo que, pese a todo, sigue creyendo que su lugar en el mapa puede ser mucho más que una frontera.

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