Vicuña, el sueño de cobre en las entrañas de la cordillera
- Diario Libre

- 27 oct
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Entre el silencio de las montañas y el murmullo del viento andino, Diario Libre y Andino Mining emprendieron una travesía hacia el distrito cuprífero Vicuña. Un viaje donde la minería se convierte en poesía, la cordillera en maestra, y el futuro de San Juan se dibuja con el brillo del cobre y el coraje de su gente.

Hay viajes que no se planean, se sienten. El del 6 y 7 de octubre fue uno de esos, una travesía que comenzó con el rumor del amanecer en Rodeo, cuando el sol apenas rozaba los cerros y el aire tenía el perfume frío de las alturas.El equipo de Diario Libre y Andino Mining partió rumbo a un destino que parecía tan lejano como fascinante, Vicuña, el distrito cuprífero que promete abrir una nueva página en la historia minera de la Argentina.
Acompañados por otros medios provinciales, emprendimos el recorrido hacia ese punto en el mapa donde la tierra se vuelve promesa. Allí, donde la naturaleza guarda en su seno los secretos del cobre y el oro, se levanta un proyecto compartido por BHP y Lundin Mining, cada una con un 50% de participación. Pero más allá de las cifras, lo que realmente late en Vicuña es el corazón humano de cientos de trabajadores que día a día desafían la altura y el frío, impulsados por el sueño del desarrollo y el orgullo de pertenecer a esta tierra.
Desde Rodeo partimos en el “Chiqui Transporte”, ese pequeño y cómodo vehículo que parecía más un cómplice de aventuras que un medio de transporte. En Jachal, cerca de las diez de la mañana, nos esperaba el ómnibus de la PAP, con el equipo de prensa de Vicuña. El saludo fue cálido, casi familiar. Sonrisas, cámaras listas, y un murmullo que se confundía con la emoción del viaje.

Emprendimos el rumbo hacia el oeste, siguiendo la ruta que une Guandacol con la cordillera. Ahi hicimos una breve parada en La Paila, la oficina comunitaria de Vicuña, espejo de la querida La Cobriza en Iglesia. Allí, las relaciones humanas florecen tanto como los proyectos, los lazos con las comunidades son el cimiento invisible de toda gran obra.
Una hora despues, comienza nuestro ascenso hacia Vicuña, el camino, serpenteante y extenso, nos regaló 370 kilómetros de paisaje eterno, valles que se abrían como páginas antiguas, quebradas de tonos ocres y violetas, bandadas de aves que cruzaban el cielo y, de pronto, un zorro andino que se detuvo frente a nosotros.Nos miró fijo, sereno, como si supiera que estábamos por entrar a su territorio. Fue, sin dudas, la primera bienvenida que nos ofreció la montaña.

Tras ocho horas de viaje, el cansancio se disolvió al llegar al campamento Batidero. La luz de la tarde se filtraba entre los cerros, tiñendo de dorado las estructuras, las sonrisas. Allí, nos recibieron los trabajadores de Huarpe, con una amabilidad que solo se encuentra en los lugares donde la soledad y la camaradería se necesitan mutuamente. Nos entregaron nuestras tarjetas magnéticas, recorrimos las instalaciones, y comprendimos que estábamos ante una pequeña ciudad en movimiento, salas de recreación, gimnasio, kiosco, atención médica las 24 horas y espacio para más de mil personas. Pero lo más impresionante era el espíritu de quienes allí viven y trabajan, una comunidad que late al ritmo del cobre, que transforma la distancia en esperanza.

Durante la cena, la empresa L&G Logística y Gastronomía nos ofreció una experiencia digna de aplauso. El aroma del pastel de papas se mezclaba con la charla, el sonido de los cubiertos y las risas. En ese comedor, rodeado de montañas y silencio, comprendimos que la minería también se alimenta de pequeños gestos, de sabores que reconfortan el alma. Esa noche, bajo un cielo estrellado como pocos, descansamos con la sensación de estar participando de algo más grande que nosotros.
El 7 de octubre amaneció con un frío que calaba los huesos y una emoción que lo contrarrestaba.A las cinco de la mañana ya estábamos en pie; el desayuno nos dio fuerzas para lo que sería una jornada inolvidable. El destino, Josemaria y Filo del Sol, los gigantes dormidos del distrito Vicuña.

A medida que ascendíamos, el oxígeno se hacía escaso, pero la admiración crecía. En Josemaría, a 4.500 metros sobre el nivel del mar, el silencio es casi religioso. Allí los geólogos nos explicaron los procesos de minado a cielo abierto, trituración, molienda y flotación de sulfuros de cobre, mientras el viento silbaba entre las rocas como un canto ancestral.

En Filo del Sol, ya a 5.400 metros, el frío se volvió un personaje más del viaje. Los estudios de ingeniería continúan para definir el método de beneficio del mineral, pero lo que ya es evidente es la magnitud del potencial que duerme bajo esas rocas doradas por el sol.

“Estos proyectos son el pulso del futuro”, nos dijo un geólogo sanjuanino con los ojos brillando de orgullo. “San Juan no solo produce minerales, produce destino. Somos parte de una historia que se escribe con esfuerzo, ciencia y esperanza”.

De regreso al campamento Batidero, las montañas parecían despedirnos con respeto. El equipo de prensa nos entregó las viandas para el retorno a Iglesia. El viaje fue largo, pero lleno de conversaciones, risas y silencios compartidos. En cada mirada se adivinaba el mismo pensamiento, algo en nosotros había cambiado.
Cuando el sol caía detrás de los cerros y el reloj marcaba las seis de la tarde, llegamos a Jáchal. Allí nos esperaba nuevamente Chiqui Transporte, nuestro compañero del primer tramo, para llevarnos de regreso a Rodeo. El cuerpo estaba cansado, pero el alma… el alma vibraba con la intensidad de una experiencia única.
Habíamos conocido Vicuña, uno de los diez proyectos de cobre más importantes del mundo, un emblema de lo que la minería argentina puede llegar a ser. Habíamos sentido la montaña, escuchado su respiración, y comprendido que el futuro no se encuentra en los discursos, sino en los caminos de tierra, en los hombres y mujeres que se levantan cada día para construirlo.
Hoy, Diario Libre y Andino Mining regresan con la mochila cargada de historias, con el corazón latiendo al compás del cobre y con la certeza de que la minería no solo extrae recursos, revela destinos.
Tras haber visitado Veladero y ahora Vicuña, sabemos que la aventura recién comienza. En algún punto del mapa, entre el cielo y la roca, nos espera la próxima historia y allá iremos, porque donde hay montaña, hay vida; donde hay cobre, hay futuro; y donde hay periodismo con alma, hay testimonio.
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