San Juan de la Frontera, entre canales Huarpes y sueños coloniales
- Diario Libre

- 13 jun
- 3 Min. de lectura
Fundada el 13 de junio de 1562 por Juan Jufré, San Juan de la Frontera fue el resultado de un proceso de exploración, sometimiento y colonización en el corazón del actual Valle del Tulum. Su historia entrelaza la sabiduría ancestral de los huarpes con los intereses imperiales del Virreinato del Perú.

Mucho antes de que los conquistadores españoles llegaran al oeste argentino, los valles secos y soleados donde hoy se asienta San Juan estaban habitados por los huarpes, un pueblo originario agrícola, sedentario y profundamente conectado con la tierra. Desarrollaron un sistema de canales de riego que les permitió cultivar maíz, zapallo, quinoa y otras especies en una geografía inhóspita. Pacíficos y organizados, tenían conocimientos astronómicos y una estructura social sólida.
El primer contacto europeo con estas tierras ocurrió a mediados del siglo XVI, en el marco de la expansión hacia el sur del Imperio español. El protagonista fue Juan Jufré, teniente gobernador de Chile, quien el 13 de junio de 1562, siguiendo el cauce del río San Juan, fundó oficialmente la ciudad con el nombre de San Juan de la Frontera, en honor a San Juan Bautista. El asentamiento inicial se estableció en el valle de Huanacache, en el actual sur del departamento Sarmiento, una zona entonces fértil pero con serios problemas de anegamientos. Por ese motivo, en 1593, la ciudad fue trasladada a su actual ubicación, en el Valle del Tulum, al pie de la Sierra Chica de Zonda, sentando las bases del desarrollo urbano que hoy conocemos.
El nombre “de la Frontera” tenía una connotación geopolítica, marcaba el límite del dominio español hacia el sur andino, en una zona aún desconocida, entre territorios conquistados y regiones habitadas por pueblos libres.
El encuentro entre españoles y huarpes fue ambiguo. Aunque no se registraron grandes batallas ni masacres organizadas, el proceso fue profundamente colonizador. Los huarpes, sin estructuras militares fuertes, fueron rápidamente sometidos al sistema de encomiendas, que implicaba su entrega como fuerza de trabajo a los encomenderos españoles. Muchos fueron trasladados forzosamente a Santiago de Chile y otras ciudades coloniales, lo que provocó un desplazamiento masivo, pérdida de identidad y desarticulación cultural. A pesar de su resistencia pasiva, la cultura huarpe fue gravemente afectada, aunque todavía sobrevive en la memoria, los apellidos y la sangre de los sanjuaninos.
La fundación de la ciudad quedó asentada en un documento oficial, redactado por Juan Jufré y su comitiva el mismo 13 de junio de 1562. El acta establecía el nombre de la nueva ciudad, la formación de un cabildo, el reparto de tierras entre los colonos y la obligación de erigir templos e instituciones coloniales. Este documento, valioso patrimonio histórico, se conserva en archivos de Argentina y Chile, países que compartieron jurisdicción sobre la zona hasta el siglo XVIII.
Desde sus orígenes, San Juan de la Frontera creció lentamente. Su economía se afianzó sobre la base agrícola heredada de los pueblos originarios, y con el tiempo, se convirtió en un centro estratégico para el comercio andino, el desarrollo del vino, y la conexión entre el Alto Perú, Chile y el resto del virreinato.
Hoy, a más de cuatro siglos de su fundación, la historia de San Juan sigue siendo testimonio de una mezcla de culturas, de la resistencia silenciosa de un pueblo originario y del impacto perdurable de la colonización. Una ciudad nacida entre canales de barro y ambiciones imperiales, que sigue viva en cada calle, en cada piedra y en la memoria de su gente.
.png)













Comentarios