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Tragedia en Buena Esperanza, el fuego arrasa con historia, campos y patrimonio

  • Foto del escritor: Diario Libre
    Diario Libre
  • 21 ago
  • 2 Min. de lectura

Más de 40 hectáreas destruidas, una vivienda patrimonial perdida y un pueblo que llora la falta de conciencia y control.

21 de Agosto 2025


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Un incendio de gran magnitud se desató ayer en la zona de Buena Esperanza, cerca de las 17 horas. Aún se desconocen las causas, pero las consecuencias ya son devastadoras: alrededor de 40 hectáreas pertenecientes a las familias Varela, Guajardo y Espejo quedaron reducidas a cenizas. La pérdida más dolorosa es la de una vivienda antigua, hoy destruida, que formaba parte del legado histórico de la zona y que estaba cuidadosamente preservada como patrimonio de quienes forjaron el pasado de Iglesia.


El fuego no solo consumió campos y recuerdos. Más de 2 kilómetros de alambrados fueron destruidos y la empresa Naturgy reportó la pérdida de unos 20 postes de media y alta tensión, además de los cables eléctricos, lo que complica aún más la situación. Si bien se logró salvar a algunos animales, como caballos que se encontraban en riesgo, la magnitud del incendio dejó en evidencia lo vulnerables que son estas comunidades ante la furia de las llamas y la desidia humana.


El personal de Defensa Civil de la Municipalidad de Iglesia trabajó incansablemente junto con cuadrillas de Naturgy, bomberos de la provincia y vecinos de Angualasto, pero los fuertes vientos Zonda que soplan en la zona siguen alimentando el fuego, que aún no ha podido ser controlado por completo. Los propietarios de las fincas, en medio de la impotencia y el dolor, denunciaron que las pérdidas son totales y que, más allá del daño material, el golpe más fuerte es contra la identidad y la memoria de Buena Esperanza.



La indignación de los vecinos es evidente. “La gente no toma recaudos, a veces lo hacen por maldad o simplemente porque no tienen dónde meter sus animales. Hacen esto para dañar, nada más”, expresó uno de los afectados, visiblemente conmovido, recordando que la vivienda destruida era un símbolo de la lucha y el trabajo de aquellos que ya no están.


Hoy, mientras las llamas aún avanzan y la ceniza cubre lo que ayer eran campos fértiles, queda la amarga sensación de que el fuego no solo consumió tierra y madera, sino también una parte de la historia y del futuro de Buena Esperanza. Un recordatorio doloroso de que la falta de conciencia, el descuido y la ausencia de controles tienen un costo que las comunidades rurales pagan con lágrimas, impotencia y destrucción.



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