Maltrato animal en Iglesia, la vergüenza que nos condena como sociedad volviendonos "Inhumanos"
- Diario Libre

- 23 jul
- 3 Min. de lectura
Perros atados, sin agua, muriendo de hambre. Animales asesinados a tiros o envenenados por “vecinos” que se creen dueños de la vida. Legisladores que duermen las leyes. ¿Hasta cuándo esta barbarie?

Hay cosas que marcan la diferencia entre una sociedad que avanza y otra que se hunde en la miseria moral. El respeto por la vida es una de ellas. Y en Iglesia estamos fallando de la forma más brutal. No hace falta mirar demasiado lejos, basta con salir a la calle para ver perros llorando atados todo el día bajo el sol, sin agua, sin comida, esperando que alguien los libere de un sufrimiento que parece no importarle a nadie. Basta con hablar con la gente para enterarse de que algunos “vecinos” crían perros como si fueran basura, los atan, los dejan morir de hambre, o peor, los crían para matarlos.
Sí, matarlos. Porque acá hay inhumanos que todavía se creen cazadores en plena barbarie, que agarran una escopeta y le disparan a un perro ajeno como si fuera un objeto descartable. Otros son más cobardes, prefieren arrojar veneno, para que el animal agonice lentamente en la calle mientras un niño lo encuentra tirado en la vereda. Y mientras esto pasa, nosotros callamos, miramos para otro lado, nos acostumbramos a la crueldad como si fuera parte de la postal cotidiana.
¿Y dónde está el Estado? ¿Dónde están los legisladores provinciales, que hace meses tienen en sus manos una ley fundamental y todavía no la aprueban? Esa ley que dejaría de considerar a los animales como simples cosas y los reconocería como lo que son, seres que sienten, que sufren, que tienen derecho a la vida y al buen trato. Pero claro, en la Cámara de Diputados todo parece moverse a paso de tortuga, porque para algunos proteger a un animal no es urgente, no da votos, no les llena el bolsillo. Y mientras tanto, los perros siguen muriendo y los maltratadores siguen libres, riéndose de todos nosotros.
Y que quede claro, los legisladores que no apuran esta ley son cómplices del maltrato animal. Por acción o por omisión, son parte del problema. Son responsables de cada perro que muere envenenado, de cada mascota que sufre atada sin agua, porque tienen en sus manos la posibilidad de cambiar esta realidad y no lo hacen. No se engañen: cuando la política no actúa, avala la crueldad.
Pero no nos hagamos los tontos: el mayor problema está en nuestra propia gente, en esos “vecinos” que se llenan la boca hablando de valores mientras tratan a los animales como basura. A esos miserables que atan a un perro para que pase su vida entera mirando la misma pared, que lo dejan llorar día y noche, que le niegan lo más básico, comida, agua, libertad. A esos cobardes que disfrutan del poder de someter a un ser indefenso, solo porque pueden. Gente así es la peor escoria que tenemos en Iglesia.
¿Querés saber lo que realmente muestra el maltrato animal? Muestra el nivel de podredumbre social que tenemos. Porque el que maltrata a un perro no es solo cruel con los animales, es un peligro para todos, es alguien sin empatía, sin moral, incapaz de respetar la vida. Y si los más grandes cabezas de termo no lo entienden por las buenas, que lo aprendan por las malas: con sanciones ejemplares, con multas altísimas, con cárcel si es necesario. Porque la única forma de que esos inadaptados entiendan es tocándoles donde les duele: el bolsillo y la libertad.
Mientras tanto, felicitemos a quienes hacen las cosas bien, a las familias que cuidan, alimentan, vacunan y respetan a sus mascotas. Porque ellos son la prueba de que se puede ser diferente, que se puede ser humano en el verdadero sentido de la palabra. Pero lamentablemente, son la excepción y no la regla.
Hasta que la ley cambie, esta es la realidad, un departamento lleno de perros llorando en patios miserables, de veneno en las calles, de basura humana que se cree superior a la vida de otro ser. Y si no reaccionamos ya, si no educamos, sancionamos y denunciamos, Iglesia no será un pueblo turístico ni pujante, será un pueblo marcado por la crueldad, la indiferencia y la vergüenza.
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