Ruta 150, la herencia olvidada que dejo Vialidad Nacional
- Diario Libre

- 9 jul
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Mientras las promesas de infraestructura se diluyen entre discursos y papeles, la Ruta Nacional 150, en el tramo que va desde Jáchal hasta Las Flores, atravesando Rodeo, se convirtió en una ruta olvidada, sin mantenimiento, símbolo del abandono, la corrupción y el desprecio con el que el Estado nacional, por muchos años trató a los pueblos de montaña.
Pese a ser una arteria clave para la actividad minera, turística y productiva, la ruta no ha sido repavimentada desde 1998. Desde entonces, ningún gobierno, ni nacional ni provincial, ha tenido la voluntad ni la decencia de encarar una obra básica, arreglar una carretera que día tras día pone en riesgo vidas.
El tramo Jáchal – Rodeo es un infierno de grietas, baches, banquinas comidas y asfalto desintegrado. Más que una ruta nacional, parece una huella o al menos en poco tiempo lo será. En el sector Rodeo – Las Flores, la calzada parece tener "dientes de cerrucho", con ondulaciones que hacen difícil, conducir con seguridad. Camionetas mineras, combis escolares y familias enteras viajan a diario por una traza que dia a dia se deteriora mucho mas. Apesar de eso, la ruta sigue figurando en los papeles como "pavimentada" y "transitable", como si se tratara de una burla organizada desde escritorios alejados de la realidad.
Este abandono no es casual. Es parte de una estructura podrida de obra pública que tuvo en Vialidad Nacional a uno de sus principales actores. Un organismo que durante años se convirtió en guarida de ñoquis, sobreprecios, licitaciones arregladas y obras fantasmas. Empresas amigas que cobraban fortunas por asfaltar lo que nunca se tocaba (Lazaro Baez). Tramos que se repavimentaban "tres veces" en el papel, mientras en la ruta seguía todo igual o en este caso peor.
Hoy, con el cierre de Vialidad Nacional, el gobierno nacional intenta poner fin a esa matriz corrupta. Pero la pregunta es inevitable, ¿y el daño qué? ¿Quién responde por los años de abandono? ¿Quién devuelve las vidas, los vehículos destruidos, las oportunidades perdidas para el desarrollo de Iglesia? ¿y ahora como seguimos? ¿Nos van a arreglar la ruta?.
Mientras tanto, la Ruta 150 sigue ahí, rota, peligrosa, ausente de toda inversión real, olvidada por todos los gobiernos y usada solo como excusa electoral. Un postal de lo que fue la obra pública durante décadas, un curro descarado que se robó el presente y el futuro de cientos de comunidades del interior profundo.
En Iglesia ya no se pide una autovía. Se pide simplemente una ruta que sea repavimentada, que no sacuda como un tractor oxidado, que no reviente cubiertas ni exponga a familias a accidentes evitables. Una ruta digna. Nada más.
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