Comparativa de lo que los Iglesianos pagan de Luz con respecto a Buenos Aires
- Diario Libre

- 23 sept
- 2 Min. de lectura
La polémica por las tarifas de energía eléctrica se instala con fuerza en Iglesia.

Los vecinos exhiben boletas que superan los $400.000 bimestrales, mientras que en Buenos Aires y Capital Federal las facturas rondan entre $30.000 y $40.000. La diferencia no solo es abismal, es, además, una contradicción que desnuda el esquema desigual del sistema eléctrico argentino.
Los datos son claros. En Capital Federal, una boleta de Edesur por 666 kWh de consumo arrojó un total de $34.819. En Provincia de Buenos Aires, otra factura similar apenas superó los $42.000. En cambio, en Iglesia, San Juan, un hogar con un consumo de 2.164 kWh recibió una boleta de $416.177,53.
En CABA, el costo aproximado por kWh es de $52.
En Iglesia, el costo se dispara a $192.
Es decir, un iglesiano paga casi cuatro veces más por cada kilovatio consumido que un porteño. El colmo, Iglesia produce energia

La indignación se multiplica cuando se recuerda que Iglesia no es un departamento cualquiera. Aqui funcionan dos plantas de energía solar y se encuentra el dique Cuesta del Viento, un emblema de generación hidroeléctrica. En otras palabras, los iglesianos producen energía que abastece a la provincia y parte del país, pero la pagan como si la importaran del exterior.
El contraste es brutal, Buenos Aires y Capital, que no producen energía, pagan tarifas más bajas gracias a los subsidios nacionales. Mientras tanto, en el interior profundo, los productores deben soportar los costos más altos.
La reciente visita del EPRE a Iglesia, tras cinco años de ausencia, no calmó los ánimos. Vecinos que se acercaron a presentar sus denuncias aseguran que no hubo soluciones, solo promesas. “Te dicen que en dos meses te va a llegar la respuesta, pero la boleta hay que pagarla igual”, expresó un vecino indignado.
Las críticas apuntan también a las empresas encargadas de controlar los medidores, a las que acusan de no hacer relevamientos reales, sino de estimar consumos en base a boletas anteriores. “Son unos chantas, no miden nada. Yo me fui de vacaciones y me llegó una factura tres veces más alta”, denunció otro usuario.

Lo que ocurre en Iglesia no es un hecho aislado, refleja el histórico desequilibrio entre el interior productivo y el centralismo porteño. Mientras los vecinos de Capital Federal y Gran Buenos Aires acceden a tarifas subsidiadas, provincias como San Juan pagan el costo real y en muchos casos, inflado, de un servicio esencial.
La pregunta que queda flotando es incómoda, ¿por qué quienes producen energía deben pagarla más cara que quienes la consumen en el centro del país?
Las boletas de luz en Iglesia se convirtieron en un símbolo de la desigualdad energética argentina. Una realidad que expone la falta de criterio, la ausencia de control real y un sistema que parece diseñado para favorecer a unos pocos a costa de muchos.
En un departamento que ilumina a la provincia, los vecinos viven a oscuras por no poder pagar la factura. Y esa contradicción, lejos de ser un error, ya se transformó en una injusticia estructural.

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