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Iglesia el departamento que produce luz para todos, menos para su gente

  • Foto del escritor: Diario Libre
    Diario Libre
  • 19 sept
  • 2 Min. de lectura

Por estos días, en Iglesia se respira bronca. Una bronca que ya no cabe en las casas frías, ni en los bolsillos vacíos, ni en las boletas eléctricas que parecen más bien sentencias de desalojo. Los vecinos no reclaman un privilegio, reclaman justicia.


19 de septiembre de 2025

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Porque el absurdo es tan grande que cuesta ponerlo en palabras. Iglesia alberga los parques solares más grandes del país: Guañizuil I, Guañizuil II A y Zonda. Tres gigantes que suman cientos de miles de paneles y producen energía para más de 400.000 hogares argentinos. Pero en la tierra donde esos paneles se clavan bajo el sol de altura, la gente debe elegir entre pagar la luz o comer.


El modelo es claro, las empresas extranjeras invierten, generan energía, la venden al sistema interconectado y se llenan los bolsillos. El Estado celebra inauguraciones, corta cintas, habla de “transición energética” y “liderazgo solar”. Pero a los iglesianos, ¿qué les queda?

Boletas impagables, calles destruidas, cero infraestructura, cero industrializacion, y la amarga sensación de ser una zona de sacrificio.


En 2014 se sancionó la Ley Provincial 428-P, que permite tarifas diferenciales para zonas de frontera como Iglesia. Once años después, los vecinos siguen esperando. El papel lo dice, la realidad lo niega, y la pregunta es inevitable, ¿de qué sirven las leyes si no se aplican?


El intendente Jorge Espejo, los concejales y el diputado Gustavo Deguer parecen haber hecho un voto de silencio. En lugar de ponerse al frente del reclamo, se esconden. Prefieren no incomodar al gobernador ni a las empresas. Pero el silencio también es una decisión política, es elegir no estar con la gente.


Los iglesianos ya anunciaron que si no hay respuesta, cortarán rutas, y cuidado, no se trata de una amenaza vacía. Hablamos de posibles bloqueos en el recambio de turnos de Veladero, la mina que mueve millones de dólares. Si eso ocurre, el conflicto dejará de ser local para ser nacional.


Iglesia es un espejo que devuelve una imagen incómoda, Argentina se llena la boca hablando de energías renovables y sustentabilidad, mientras condena a las comunidades que las producen a vivir en la precariedad. La luz que se exporta ilumina a miles de hogares… menos a los de quienes la generan.


La conclusión es brutal, en Iglesia se produce oro, cobre, sol y agua. Pero lo que sobra es pobreza y oscuridad.

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