Iglesia vivió una Semana Santa colmada de fe y adoración
- Diario Libre

- 22 abr
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Con celebraciones en cada rincón del departamento, la Semana Santa dejó huellas profundas en el alma de los fieles. El Viernes Santo, en un clima de absoluto silencio, la adoración de la cruz se transformó en un acto de comunión espiritual que unió al pueblo en torno al misterio de la fe.

La Semana Santa en el departamento Iglesia ya pasó, pero quedará por mucho tiempo grabada en el corazón de quienes la vivieron con devoción y entrega. Desde el Domingo de Ramos hasta el Domingo de Pascua, las comunidades se congregaron con respeto y entusiasmo en cada una de las celebraciones propuestas por la Parroquia “Santo Domingo de Guzmán”. Fue una semana donde la fe se hizo visible en cada gesto, en cada oración compartida, en cada paso silencioso durante el Vía Crucis.
Uno de los momentos más intensos fue, sin dudas, el Viernes Santo. En la tradición católica, este es el único día del año en que no se celebra la Eucaristía. Es una jornada de profundo recogimiento, donde el mundo entero calla para contemplar el misterio de la cruz. En Iglesia, esta solemnidad se vivió con una intensidad espiritual conmovedora. Sin campanas ni música festiva, las celebraciones se centraron en la Pasión del Señor, el relato del sufrimiento y muerte de Jesucristo.
En ese contexto, la adoración de la cruz fue el gesto que marcó a todos. Frente al altar, una cruz desnuda esperaba a cada fiel. Uno a uno, en silencio, los vecinos se acercaron. Algunos la tocaron con reverencia, otros la besaron con lágrimas en los ojos, y muchos simplemente se arrodillaron frente a ella. No era un acto ritual vacío: era una expresión sincera de amor y gratitud. En esa madera no se adoraba un objeto, sino lo que representa: el sacrificio supremo, el amor incondicional, y la promesa de redención.
A lo largo de la semana, las celebraciones se multiplicaron en las distintas comunidades del departamento. Hubo misas, liturgias de la palabra, celebraciones penitenciales y Vía Crucis en localidades como Villa Iglesia, Bella Vista, Angualasto, Las Flores, Colola, Zonda y Campanario. Cada comunidad, con su particular identidad, aportó su fervor y su espíritu, haciendo de esta Semana Santa una vivencia compartida de gran riqueza.
El Sábado Santo, desde muy temprano, las comunidades se unieron en el rezo del Rosario en honor a la Virgen María, recordando sus dolores y su espera silenciosa. Por la noche, la Vigilia Pascual trajo consigo el símbolo de la luz que vence a las tinieblas. Las velas encendidas, el fuego nuevo y el canto del “Gloria” rompieron el silencio de los días anteriores y marcaron el comienzo de la alegría pascual.
Finalmente, el Domingo de Pascua fue vivido como una verdadera fiesta de la fe. En Tudcum y Rodeo se celebraron misas cargadas de emoción y esperanza. En Rodeo, además, la comunidad compartió una mateada pascual, uniendo el gozo espiritual con el encuentro fraterno. Vecinos de distintas generaciones compartieron no solo la fe, sino también la mesa, los abrazos y las sonrisas.
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