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Mauro Marinero y la falta de transparencia en el uso de regalías mineras: ¿qué pasó realmente en Iglesia?

  • Foto del escritor: Diario Libre
    Diario Libre
  • 2 oct 2024
  • 4 Min. de lectura

El ex intendente Mauro Marinero intentó justificar su gestión y el uso de las regalías mineras en el departamento Iglesia, pero dejó muchas dudas sobre la eficiencia y transparencia en la administración de esos recursos. Aún quedan preguntas sin responder sobre qué más se pudo haber hecho en los últimos 20 años.

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En un intento por defender su administración y la de su hermano Marcelo Marinero, el ex intendente de Iglesia, Mauro Marinero, ofreció una serie de aclaraciones sobre el destino de las regalías mineras que ingresaron al departamento en las últimas dos décadas. Sin embargo, su rendición de cuentas fue parcial y dejó más interrogantes que certezas sobre cómo se gestionaron esos recursos millonarios y por qué no se lograron avances significativos en el desarrollo económico y social del departamento.


Marinero detalló algunas de las obras que, según él, fueron financiadas con las regalías mineras. Entre ellas, mencionó el polideportivo municipal, varios clubes deportivos como el Sportivo Pismanta y Sportivo Bella Vista, la pavimentación de calles en Bella Vista, y la remodelación del nodo de Pismanta. También hizo referencia a otras iniciativas, como el Centro Integrador Comunitario (CIC) y los cordones, cunetas y veredas en diversas localidades. A primera vista, podría parecer un balance positivo, pero la realidad es que muchas de estas obras han sido objeto de críticas por su mala calidad, ejecución deficiente y, en algunos casos, por haber quedado en desuso, como la planta semillera que nunca funcionó.


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Uno de los aspectos más alarmantes de su declaración fue el reconocimiento explícito de que muchas de las obras de infraestructura, particularmente las veredas y cunetas, fueron mal ejecutadas. Marinero admitió que "se hicieron muy mal en varios sectores", un mea culpa que, aunque podría interpretarse como un gesto de honestidad, resulta preocupante si consideramos que estas fallas evidencian una falta total de control y supervisión en el uso de los fondos públicos. La pregunta que surge es: ¿por qué se permitieron estas deficiencias y quiénes fueron los responsables de no haber tomado medidas correctivas a tiempo? La falta de un estudio de ingeniería adecuado, como él mismo reconoció, es una grave omisión que pone en tela de juicio la capacidad técnica y administrativa de su gestión.


Otra cuestión clave es la distribución de las regalías mineras. Marinero fue ambiguo cuando se le preguntó sobre los fondos recibidos y cómo se utilizaron realmente. Mencionó que desde 2006 hasta 2015 ingresaron 244 millones de pesos en regalías, pero evitó detallar el uso de gran parte de esos recursos, más allá de las obras que ya mencionó. Aquí surge una pregunta fundamental: ¿por qué, si se recibieron cientos de millones de pesos, no se vieron más avances significativos en infraestructura, salud, educación o seguridad en el departamento? Si bien el ex intendente mencionó que hasta el 20% de las regalías se pueden destinar a estos sectores, no ofreció pruebas claras de que esos fondos se utilizaron de manera eficiente para mejorar la calidad de vida de los iglesianos.


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Una de las críticas más repetidas por la ciudadanía es la falta de un proyecto de desarrollo industrial que genere empleo sostenible a largo plazo. Marinero respondió a esta acusación con una explicación poco convincente: "no es fácil" construir fábricas con los recursos disponibles. Pero, si no es posible hacer esto con los fondos mineros, ¿cuál es la alternativa? ¿Por qué no se desarrollaron industrias locales que pudieran diversificar la economía de Iglesia y reducir su dependencia de las minas? Su justificación parece un intento de eludir la responsabilidad de haber desaprovechado una oportunidad histórica para transformar el departamento.


Otro punto que no puede pasarse por alto es la relación entre la administración de Mauro Marinero y la de su hermano Marcelo Marinero, quien lo sucedió en el cargo de intendente entre 2015 y 2019. A pesar de la continuidad política, Mauro evitó hablar sobre la gestión de su hermano, sugiriendo que los "intendente futuros" podrían dar más explicaciones. Esta evasión deja entrever una falta de transparencia y, quizás, la intención de proteger a su círculo político más cercano.


Asimismo, Jorge Espejo, quien fue diputado durante ambas gestiones, también quedó fuera de la rendición de cuentas, a pesar de haber tenido un papel clave en la aprobación de proyectos mineros. Resulta difícil creer que en más de una década de administraciones bloquistas no se haya hecho una planificación más ambiciosa y efectiva para aprovechar las regalías mineras de manera más integral.


Mauro Marinero también se refirió al futuro del departamento, mencionando los proyectos mineros de Filo del Sol y Josemaría como nuevas oportunidades para generar regalías. Sin embargo, su visión parece limitada y carece de propuestas concretas para maximizar los beneficios de estos proyectos. La afirmación de que "obras monstruosas" son difíciles de realizar con las regalías mineras refleja una falta de ambición que contrasta con las expectativas de los ciudadanos, que ven en estos recursos una oportunidad para transformar Iglesia.


Uno de los proyectos mencionados por Marinero fue el parque solar y el subsidio a la energía, una propuesta que quedó en el tintero y que parece más una promesa vacía que una iniciativa seria. La falta de seguimiento a este tipo de proyectos evidencia una gestión que, si bien logró concretar algunas obras, no supo planificar a largo plazo ni generar cambios estructurales en el departamento.



En conclusión, la rendición de cuentas de Mauro Marinero fue insuficiente y dejó en evidencia las fallas en la gestión de las regalías mineras en Iglesia. Aunque mencionó algunas obras, su discurso estuvo marcado por evasiones y justificaciones que no convencen. La falta de control sobre las obras, la ausencia de un desarrollo industrial serio y la poca transparencia en la gestión de los recursos mineros son problemas que han afectado al departamento durante años. El futuro de Iglesia dependerá de que los próximos funcionarios sean capaces de aprender de estos errores y generar un cambio real, que aproveche de manera efectiva los recursos provenientes de las minas para mejorar la calidad de vida de los iglesianos. Las preguntas siguen abiertas: ¿qué se hizo realmente con las regalías mineras y qué se podría haber hecho mejor?

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